¿Has tenido alguna vez (seguro que sí) la sensación de
querer salir, de hacer las maletas e irte a otro lugar, cuanto más lejos mejor?
En un
principio, la idea de “hacer las maletas e irte” suele surgir muchas veces por
cosas mundanas, como, no me gusta mi trabajo, he discutido con mi pareja o en esta
ciudad hace mucho frío. Pues bien, hoy
vengo con la idea de que pensamientos como estos son los que mueven el mundo. Coger
la maleta y marcharse es señal de cambio, de actitud proactiva y de ganas de cambiar la situación. De mover
ficha. Y lo bueno de que sean ensoñaciones, es que no tienes que comprar maletas.
Nadie debería enrocarse en un solo sitio sin ver más. Nadie debería conformarse
con algo que no le agrada si no intenta nada más. Ensoñaciones de este este
tipo son las que he tenido yo hoy, despertarme pensando en otro lugar, que por
la pinta debía estar muy muy lejos de aquí y al despertar
verme rodeada de asfalto en la ciudad, gente corriendo al trabajo y saludar
automáticamente a la máquina de café. Las cosas se cambian así, haciendo las
maletas y emprendiendo un viaje, ya sea emocional o físico pero viajando.
Viajando más allá de los convencionalismos, viajando más allá de lo que tenemos
por costumbre. El pasar fronteras no es solo un cambio físico, sino un acto de
superación. Conocer lugares, ver mundo. Así que la próxima vez que os veáis
atrapados en un atasco, en una relación tormentosa o en un despacho con jefe al
que no soportas (Y por mucho que lo intentes no soportarás) Haz las maletas.
Vete, vuela. Déjate llevar.
No es necesario salir de una habitación
para cambiarlo todo. Tu mente viaja constantemente a otros lugares, cuando duermes
te prepara las maletas, las llena de ilusión y de deseos y te cruza a la otra parte
del mundo en abrir y cerrar de ojos. Tú también puedes. Viaja. Vete. Mete el
mundo en tu maleta y cámbialo.
Y buenos días.